Se utiliza como la tercera y última tina del proceso, donde se aplica un sellador de fosfato que sella y protege la superficie metálica. Este tratamiento previene eficazmente la oxidación y mejora significativamente la adherencia de la pintura. Gracias a esta etapa, se garantiza un acabado más duradero, resistente y de alta calidad, ideal para enfrentar condiciones exigentes.
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